Review of Disappearance [12k1076]

Playground (ES)

No hace falta quemar muchas neuronas para concluir que la de Taylor Deupree y Ryuichi Sakamoto es la crónica de una colaboración anunciada. Basta echar un vistazo a la carrera reciente del segundo: quitando la anécdota de “Chasm”, su irregular disco de 2005, y de algún volumen con música para piano sólo como “Out Of Noise” (2009) o “Playing The Piano” (2009), que básicamente contenían “revisiones” de piezas antiguas, apenas ha publicado material de nueva creación en los últimos diez años. Parece, en fin, que el japonés ha decidido enfocar su carrera hacia las colaboraciones con lumbreras de la música electrónica reciente, artistas como Alva Noto, Christian Fennesz y Christopher Willits. Se trata de una manera de trabajar en la que todos ganan. Sakamoto, porque sin esforzarse demasiado (a fin de cuentas, su papel en todos los proyectos consiste en aportar improvisaciones al piano), mantiene su estatus de artista iconoclasta y moderno, siempre en la vanguardia de la música electrónica. Y también sus acompañantes, que consiguen ir más allá de su clásico circuito de pequeños locales y galerías de arte para acercarse a un público (digamos) más serio: el de los grandes teatros y los festivales de música clásica.

Que Deupree fuera el siguiente dentro de esa lujosa lista de colaboradores tiene muchísima lógica. Después de todo, el neoyorquino fue también pionero en esto de mezclar pianos acústicos con glitches y producciones digitales: el primer volumen de “Post_piano” (2003), el proyecto que comparte con Kenneth Kirschner, apareció apenas un par de meses después que “Vrioon” (2002), el título con el que Sakamoto y Alva Noto inauguraron su particular sociedad. Y esa es posiblemente la razón por la que el japonés encargó más tarde a Deupree una de las pistas de “Bricolages” (2006), el (también irregular) disco de remezclas de “Chasm”. Desde entonces, y aprovechando que son vecinos y residentes en Nueva York, los dos artistas han estado en contacto de una forma u otra, intercambiando ideas y colaborando de manera puntual. Una relación que dio un giro definitivo a principios del año pasado, cuando les ofrecieron tocar en directo en The Stone, el exclusivo club de John Zorn.

Fue durante los ensayos para aquel concierto cuando comenzó a tomar forma “Disappearance”. Deupree grabó las improvisaciones al piano de Sakamoto, un puñado de piezas especialmente dispersas y disgregadas, en las que se mezclan breves series de notas arracimadas y acordes estirados en el tiempo con ruidos y golpes propios del piano preparado; un material cocinado a fuego muy lento, que parece flotar entre amplios espacios de silencio. Deupree grabó aquellas piezas, pero también grabó los ruidos de ambiente: el crujido de la silla en la que estaba sentado Sakamoto, los ecos y reverberaciones de las paredes, los sonidos lejanos que se colaban por la ventana, el murmullo estático de los micrófonos. Grabó todo aquello y posteriormente mezcló y manipuló todo el material, incorporando sonidos y mantos atmosféricos de cosecha propia, y terminó dando forma a cinco temas de elevado poder meditativo. Piezas que respetan la vocación minimalista y el gusto por los silencios del pianista japonés, pero que además añaden un velo de irrealidad, una cierta ligereza climática, que emborrona los sentidos del oyente y lo sumerge en una especie de trance. Se trata, en fin, de un disco de ambient clásico producido con una mentalidad moderna, que explota la potencia de las herramientas digitales. Un disco que va cambiando de forma y apariencia a medida que se aumenta el volumen del reproductor –hay muchas capas escondidas en un segundo y un tercer plano, algunas al borde mismo del silencio–, y que sólo abandona las alturas celestiales en el último corte, “Curl To Me”, cuando la voz de la misteriosa Ichiko Aoba (apenas sabemos de ella que Deupree y Sakamoto han “trabajado” en su inminente debut) añade a la mezcla un tenue y acariciante resplandor pop.

Más allá de ese detalle, “Disappearance” tiene mucho más en común con dos volúmenes de “Post_piano” que con cualquier otra de las colaboraciones de Sakamoto. Algo en lo que tiene mucho que ver el momento de felicidad creativa que atraviesa últimamente Deupree. Un Deupree que ha sido capaz de estirar al máximo los bordes de su vocabulario particular, que ha aprendido a manipular con maestría los difusos límites entre el silencio y la percepción sensorial. O dicho de otra manera, si este no es uno de los grandes discos de ambient que escucharemos esta temporada, que venga San Klaus Schulze y lo vea.

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