Review of Faint [12k1073]

Playground (ES)

“La brevísima fracción de tiempo entre el sueño y la vigilia, cuando no se produce una distinción lúcida de la realidad, ése es un momento para sostenerlo y absorberlo lo máximo posible”. Esta es una de las frases con las que Taylor Deupree describe su nuevo álbum, que no por casualidad se titula “Faint” (desmayo) y que es, dentro de su extensa discografía, el más premeditadamente hipnagógico: aquí, el artista neoyorquino ha aparcado sus intenciones experimentales –que, en realidad, hace años que perdieron ya peso en su producción– y, siguiendo la estela de algunos de sus títulos esenciales, como “January” (2004), “Northern” (2006) o “Shoals” (2010), busca el equilibrio entre texturas cristalinas y espacios amplios. Ambient moderno en su máxima expresión que le ha igualado a otros románticos como Loscil o el último Brian Eno, y es que “Faint”, a pesar de venir precedido por el adjetivo ‘hipnagógico’ –y que tanto tiene que ver con un pop difuminado–, en realidad tiene más de música liviana como una pluma, en suspensión, y hace levitar (casi) tanto como el radiante “Lux” del maestro inglés editado por Warp hace unas pocas semanas.

Resulta interesante fijarse en la lenta pero constante evolución que ha venido sufriendo el sonido de Taylor Deupree desde que fundó su sello 12k: cada nuevo disco parece querer ser más transparente y delgado, a cada nuevo paso lo descarga de aquello que sobra, que pueden ser desde retoques digitales con una pizca de glitch a los sonidos étnicos que le daban un toque exótico y diferencial a “Shoals”. En ese sentido, “Faint” parece como la llegada definitiva a un punto de máxima depuración, donde lo que queda es, prácticamente, la esencia misma de la música. A partir de la idea de partida, que es la de describir con sonidos ese momento infinitesimal en el que se confunden el estado de despierto y dormido, y del que nunca tenemos conocimiento real más que filtrado por el subconsciente y recordado al despertar, Deupree ha añadido un matiz a su ambient y, de paso, al que hacen sus contemporáneos, que es el disco, no ya para dormir, sino para procesar subliminalmente cuando se está dormido. Supongo que cada persona lo percibirá de manera muy distinta, pero mi experiencia personal es satisfactoria, pues por la mañana aún he sentido la presencia de la música en mi organismo, como si el oído no hubiera podido desconectarse ni siquiera tras hundirse en el sueño profundo. Quizá sea autosugestión –no se puede estar seguro de si ha sucedido o si ‘crees’ que ha sucedido–, pero instintivamente tiendo a creer que es verdad: la música es porosa, tiene una densidad extraña –se hace pesada dentro de su ligereza, y a veces se hace tan leve que casi no existe, aunque sigue pesando–, y es sin duda uno de los esfuerzos más sinceros y completos de Taylor Deupree desde que su idea del ambient pasa, irremediablemente, por buscar la paz y la belleza.

Hay un momento especialmente decisivo: “Dreams Of Stairs”, donde hay una melodía de piano que gira lentamente, como si dibujara una espiral descendente. El punto de conexión con “Lux” es una evidencia, pero en vez de crear ese ciclo repetitivo e hipnótico propio de la música que no se mueve, esta es música que se desplaza sin que parezca que se mueve de su punto de partida, y me hace pensar en lo sueños, esas experiencias que suceden en la inmovilidad –el cuerpo tendido en la cama– y que alcanzan lugares más allá de la imaginación. Y sí, “Faint” es un disco que cumple las tres funciones del ambient: es decorativo y te rodea mientras estás despierto, sobre todo los 38 minutos de “Thaw (Reprise)” incluidos únicamente en la edición especial del CD, ayuda a dormir y, además, sigue funcionando durante el sueño, creando una banda sonora intrigante para todo tipo de peripecias oníricas. Y esto hace de él un disco esencial del ambient en 2012, precisamente un año en el que el género ha dado obras mayores como las últimas de Eno y Loscil.

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