Hawai (CL)
(La imposibilidad de la muerte). Una frase que se ve acompañada de una ambientación fantasmal. Las cuerdas y su reverberación permanecen en el aire después, mucho más allá, de su breve existencia. El tono acústico de sus notas se trenza con una sonoridad difusa, recogida en el interior del campo más escondido, extendiendo su efecto por sobre su expectativa inicial. Oyendo estos restos de ruido, y quizás incrementado por sus acordes, me es imposible abstraerme de lo que esa frase implica, precisamente en este momento. Al igual que esas notas, el recuerdo de una vida reciente permanece como una presencia fantasmal, una presencia extremadamente real. La posibilidad de la muerte nunca estuvo tan cercana. En un instante una piel que se acomodaba para recibir cariño, a las horas una mancha inmóvil sobre el suelo. Pero esa mancha quedará impregnada por siempre. Eso espero, que el recuerdo no se extinga, como tampoco se extingan estas grabaciones. “Collected Recordings” originalmente fue publicado el 2009, hace cuatro años atrás, a través de Drifting/Falling, un trabajo que llamó poderosamente la atención de Taylor Deupree, tanto que lo llevó a viajar hasta Escocia a invitarlo a registrar nuevas canciones, las que desembocarían en “Quite A Way Away” (12k, 2012), una preciosa rareza dentro del catálogo del label dirigido por Deupree.
Como señalé antes, ha pasado casi la mitad de una década y, aquella obra ya agotada vuelve a circular gracias a esta nueva impresión, una edición limitada a 500 copias que restaura esas canciones que aún hoy parecen esbozadas y, tal vez, ese sea su encanto. La delicadeza ambiental empaña el cristal sobre el cual se esconden estas piezas, a veces más evidente, a veces más retirada. Además, la textura que se aprecia de la superficie de estas es una que se percibe muy natural. Pareciese que hubiesen sido, más que compuestas, recogidas desde el húmedo terreno de la campiña inglesa, y traspasadas a un registro digital en ese mismo estado, solo sufriendo un leve desgaste en el transcurso del campo al plástico del CD. Apenas y comienza a sonar este trabajo y una brisa de folk espectral cubre los cielos, propagando las notas, prolongando su tránsito, extendiendo su duración. “Fifth (The Impossibility Of Death)”, la imposibilidad de la muerte. Vuelvo a leer la frase, la vuelvo a escribir, y me produce la misma tristeza que antes, tanto que me es muy difícil poder construir líneas coherentes, tanto que prefiero escapar. La levedad de sus canciones hace que estas parezcan flotar. “If I” se sostiene sobre el suelo, y el calor de sus palabras provocan que su ligero peso la eleve, dejando cualquier elemento que sobre atrás. Otras, como “Song, Woman, Wine” y “Two Trains” estan más asentadas a la tierra, con el recuerdo muy presente de Nick Drake. A estas alturas, dicha referencia puede resultar un tanto obvia, pero es innegable que la sombra del apesadumbrado músico de Tanworth-in-Arden se extiende en la obra, al menos en esta, de Dickson. “Trip In A Blanik” y “Harmonics” surgen desde el interior de la habitación donde fueron gestadas. “AGOA” parece cosa de John Fahey y su fingerpicking único, mientras que con “As You Lie” regresa su voz a infiltrarse por entre las cuerdas y los prístinos acordes. Esa voz es más un susurro que se escapa de sus pulmones, apenas y pueden salir de su cuerpo y lograr alcanzar el micrófono que de igual modo registra los sonidos que su cuarto produce por si solo. Es como una brisa, como si un viento suave se dedicara a cantar nanas que arrullan con toda la ligereza de una masa de aire frío. Sus quebradizas palabras resuenan de igual manera en “Climbing”, con todos sus detalles, con todas sus imperfecciones, del mismo modo que “Technology”. El punto de unión, lo que enlaza con aquella primera pieza, es el sutil uso de electrónica en “Like A Clock”. Los tonos acústicos se ven recubiertos de un manto digital, una tela de suciedad estática que tirita y hace tiritar a todos los demás elementos, que tampoco son tantos, pero pareciera que hay más fantasmas tras esta anotación al final del álbum. Hasta acá la edición original, los once capítulos que se dieron a conocer entonces y que cautivaron al director de 12k. Pero se añaden dos extractos más, pertenecientes a la misma época, pero incluidas solo recién. “Ping Pong” es todavía más desnuda que el resto, un instrumental que parte de forma muy tímida, para luego ir creciendo conforme avanzan los segundos, y “Cara”, igualmente desprovista de cualquier remanente, limpieza en el fondo, naturalidad en las formas. Ambas piezas encajan perfectamente dentro de este cancionero de murmullo acústico susurrado campo adentro.
La fragilidad de estos acordes registrados en la intimidad del hogar de Gareth Dickson transmiten una confortabilidad, una calma frente a la intensidad. Sin embargo, también pueden provocar que las emociones que se encuentren contenidas terminen por estallar. Es que su debilidad invita a compartir el dolor propio, a llorar al lado de ella. El lirismo quebradizo de “Collected Recordings” posee un misterioso poder que hace añorar sus notas y conmoverse junto a ellas, e induce a extrañar su ruido orgánico. Te extraño, piel dorada.