Review of Wood, Winter, Hollow [12k1075]

Hawai (CL)

Bosque, invierno, caverna. Últimamente, los sonidos que son capturados por los artistas que alberga la etiqueta de Taylor Deupree cada vez más describen de manera gráfica los paisajes que espontáneamente se desarrollan en la naturaleza. Hojas, árboles, praderas, tierra húmeda, lluvia, escarcha, insectos removiendo el suelo en descomposición, imágenes que se traducen en canciones que reflejan fielmente ese paisaje natural. Esa sensación se vuelve recurrente al oír los trabajos que desde hace bastante tiempo vienen rondando a 12k, en particular las obras del propio Deupree –ejemplos de ello son discos como “In A Place Of Such Graceful Shapes” (12k, 2011) [172], junto a Marcus Fischer, o “Shoals” (12k, 2009) [108]–. De eso algo nos comentaba recientemente [H.12k], de cómo su cambio de la ciudad a las frías y boscosas tierras del norte del estado habían afectado su música. Algo similar sucede con Cameron Webb y varios de sus trabajos –“1897” (12k, 2010) [045], “Two Lakes” (12k, 2010), junto a Matt Rösner–, aprehendiendo la vida rural y alejada de la ciudad en los interiores de Australia. Y ahora, luego de participar de manera parcial el segundo junto al primero en el último álbum del norteamericano, “Faint” (12k, 2012) [229], una obra integral une sus nombres por vez primera.

En un lugar de formas inesperadas, los dos artistas se trasladaron a las honduras silvestres para crear una obra que representa esa vida alejada de la modernidad, donde la atraviesa en su camino filtros que la hacen parecer diferente a como habitualmente la percibimos. En las profundidades más recónditas de los bosques del norte se genera el sonido que se cuela por entre la belleza del plástico. “De los pantanos con vida salvaje en Australia a los senderos del bosque en invierno a través de Pound Ridge, el ambiente sonoro no podía ser más diferente. Trabajar juntos, en persona, ha sido un punto importante en las colaboraciones de Deupree últimamente. Prefiriendo mucho más la interacción humana y los paisajes locales en lugar del intercambio sin alma de archivos sonoros por internet. Con este punto en consideración la pareja tomó rumbo en febrero en Nueva York hacia una reservación natural de 4000 acres cerca del estudio de Deupree llamada Ward Pound Ridge, un parque rico en historia que sustenta un diversa variedad de vida animal y vegetal”. Tres piezas y dos interludios componen “Woid, Winter, Hollow”, un disco en el que el aroma de las mañanas lluviosas traspasa los audífonos. El más mínimo detalle que se produce cuando uno se interna entre los arbustos, sus quiebres, los brotes, el lento movimiento de la nieve derritiéndose por el calor que tibiamente emerge con el avance de las horas, cada uno de esos mínimos eventos cruzan el umbral espacial hasta ubicarse en estos instantes de belleza sintética, trenzándose materiales nobles con otros que simulan serlo –guitarra,banjo, e–bow, field recordings, loops, efectos, sintetizadores, esos son sus componentes–. Los pequeños incidentes que se suceden el los días helados en ese ambiente quedan reflejados de manera clara, casi cristalina, conviviendo con otros incidentes generados como una reacción inconsciente a lo que ese panorama produce en ellos. “Deupree y Webb pasaron tres días en esos senderos grabando sonidos e imágenes los cuales crearon la dirección y el propósito para su álbum el cual fue compuesto en las mañanas en el estudio 12k”. Tres días viviendo entre el follaje frondoso, inmerso en un entorno ideal para extraviarse en los sonidos que allí se producen. Se pueden oír las ramas romperse, se pueden oír las gotas de agua caer encima de esas mismas ramas, se puede oír como se resquebraja la corteza de los árboles mientras el hielo se desplaza lentamente al interior de la verde forestación. Al mismo tiempo, el nylon de las cuerdas de la guitarra de Cameron se posa encima de esa vegetación tupida. Es “Wood” y los acordes acústicos en medio de una acústica lluviosa. Las notas suenan melancólicas y, sin embargo, también son enormemente vitalistas. Los preciosos arpegios dibujados por Webb, y que retumban en la madera impulsada por sus manos, se entrelazan con la tenue capa de ruido digital, casi imperceptible, y con el precioso metal de una caja de música. Folk pastoral ligeramente mojado por electrónica incidental. “February 21, 2013” es uno de esos días adentrados en la espesura del parque, donde se aprecia mejor esa electrónica explorativa, la misma que ejerce de plano sobre el que se recuestan las notas trazadas al abrigo invernal. “Winter” es todavía más impregnada del rocío que tiñe de vida a las plantas que crecen en las apacibles tierras del norte. Y también donde más se oyen las múltiples capas de ruido analógico borroso que habitualmente cubren las piezas de Deupree. Ese sonido que parece no ser creado sino capturado predomina en la segunda mitad. Las huellas digitales son retenidas desde un lugar desconocido, y envueltas con un manto que impide distinguir su origen, conviviendo junto con loa sonidos naturales, como si fueran uno solo. Esas capas, ya recubiertas, terminan por cubrir a las aguas que fluyen entre las notas y las imágenes del viaje al territorio florido. “February 22, 2013”, el segundo de esos días, se torna cada vez más acuoso, y el camino sobre las láminas verdes y desteñidas sigue su curso. “Hollow” retoma la senda inicial, con el murmullo digital entrometiéndose entre los surcos por donde respiran los sonidos. A medida que progresan en la espesura la magia que destella entre la bruma aparece con más fuerza, sin contaminar la salvaje naturaleza, sino que convergiendo en un mismo punto y enredándose con ella. Es en estos momentos que el estruendo generado por el influjo que los campos forestales han creado en Webb y Deupree se confunde con el paisaje recreado, y sus huellas se confunden con las de la fauna que habita en él.

La vegetación y el musgo que decoran las habitaciones sin límite en los bosques de Pound Ridge se convierten en la música que fluye libre como las aguas que limpian sus hojas caídas por las estaciones y sus cambios. Cameron y Taylor se insertan en la panorámica construida durante siglos de existencia salvaje, registrando los eventos tal y como estos se despliegan en ese, su hábitat natural. “Wood, Winter, Hollow” transcurre entre los cauces de un folk digital que prácticamente reproduce como una fotografía ese escenario silvestre. Su intervención en el paisaje no son más que detalles minúsculos que se mezclan con los brotes que crecen a un costado de los árboles, adornados por la nieve que lentamente se derrite por un sol de colores desteñidos.

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