Hawai (CL)
Secciones de ruido en una órbita circular repitiendo un motivo de manera constante e irregular en el espacio, hermosos registros capturados espontáneamente que retratan el lento avance de la luz sobre los objetos, el decaimiento del brillo solar creando una paleta extendida de tonos débiles. “Slow, haunting melodies under a layer of warm tape hiss and accidental physical sounds”. En medio de las hojas lánguidas de estaciones diferidas, bajo las corrientes incesantes que arrastran piedras cubiertas de algas marinas y conchas brillantes, sobre los grietas del terreno cristalizado emergen pequeños rastros de una forma curva, sonidos surgidos entre las hendiduras formadas por siglos de adecuación terrestre. Desde esos lugares aparecen estas estructuras asimétricas las cuales emanan de sistemas cerrados, un cúmulo de sonidos trazados en el suelo húmedo y los bordes abruptos, trazos orgánicos que viajan alrededor de un mismo punto. El entorno determina la manera cómo se desarrollan los acordes, filtrando su anatomía geográfica en los surcos desgastados y las delgadas láminas de ruido frágil. Hace unos cinco años atrás Marcus Fischer publica “Monocoastal” (12k, 2010), su primer álbum particular, obra donde desarrolló algunas de las técnicas adquiridas luego de un tiempo de investigación sonora, un álbum donde afloraban superficies rugosas que tenían la apariencia de fotografías desenfocadas. Esas superficies llamaron la atención de Taylor Deupree, quien finalmente editara ese trabajo. Luego tendrían lugar otros registros, como “Birds Of A Feather” (Flaming Pines, 2013), “Collected Dust” (Tench, 2012) [182], “On Shore” (2013) y, recientemente, “Public Works” (2015). Por su parte, Deupree ha editado, desde aquel año una cantidad importante de interesantes obras, entre ellas “Shoals” (12k, 2010) [108], “Faint” (12k, 2012) [229], “Wood, Winter, Hollow” (12k, 2013) [264], junto a Seaworthy, “Disappearance” (12k, 2013) [280], junto a Ryuichi Sakamoto, “Captiva” (12k, 2014), acompañado de Stephen Vitiello, “Lost & Compiled” (12k, 2014) [319] y, recientemente, “Perpetual” (12k, 2015) [370], grabaciones en vivo junto a Sakamoto e Illuha, y “Live” (ThirtyThree ThirtyThree–The Vinyl Factory, 2015), nuevamente al lado del músico japonés. Sin embargo, previo a todo este despliegue de ideas ambos músicos se reunieron unos pocos días para producir un álbum de anotaciones en mitad del clima apartado. “In A Place Of Such Graceful Shapes” (12k, 2013) [172], se tituló ese frío invernal. “Tan solo cuatro días fueron los compartidos y en ellos, acompañados de sus herramientas y unos cuantos bosquejos trazados, fueron la base sobre la que derramar estos sonidos nacidos de este enfrentamiento amistoso… Lienzos interminables, notas sonando en el aire frío y una nube brumosa de ruidos maravillosos. Texturas rugosas, capas de destellos fragmentados, guitarras en desfase con la realidad, postales desde el brillo del día sin sol. Un sistema ambiental que se sustenta en lo microscópico, energía y materia en un hábitat común donde florece la canción que no se detiene… La delgada línea de hielo que cubre un lago en temporadas heladas es el escenario en el que germina unas piezas que son un ecosistema privado. Sus lados atraviesan la frontera del ambient y se cruzan con las de la música quebradiza. A veces simula ser un extrañamente disco de field recordings, pero no lo es. Oculta, descubre, cubre y muestra. Sonidos de exterior que son el eco de la nostalgia interior. Las tres canciones, entre las dos breves, y su versión expandida muestran el espectro oculto de las mañanas y las tardes de un panorama bucólico y de temperaturas bajas, de estaciones para estar hacia dentro y mirar hacia fuera, donde se sienten los paisajes emocionales en medio de las melodías que Marcus y Taylor recuestan sobre la escarcha que reposa en la hierba junto a la orilla del lago. El clima cubierto, las líneas de nubes, en un lugar de tan armoniosas formas”. Partes de aquel sonido, estruendos minúsculos de la nieve que cruje, vuelven a surgir en la amplia panorámica natural, rastros recopilados en horas fatigadas.
Un lustro después de aquel álbum Taylor Deupree y Marcus Fischer retornan con nuevos registros de sonoridades similares pero con un planteamiento diferente. Asomándose en medio de las raíces y sus extensiones verdes, ambos músicos crean un trabajo en el cual se abren los sonidos de un modo involuntario, cómo si no quisieran buscarlos sino que simplemente están ahí, en su estado primigenio, listos a ser cosechados. Muestras de una sonoridad equivalente son exhibidas a lo largo del territorio congelado, un cúmulo de objetos diseminados que producen leves sonoridades imantadas, resonancias magnéticas en traslación permanente sobre un eje en rotación imperceptible. Deupree y Fischer desarrollan una serie de piezas de una duración media, piezas en que habitan un conjunto de pequeños sonidos, cada uno con una intensidad particular y una gradación particular, los cuales comienzan lentamente a desdoblarse como si fuesen flores respondiendo a los rayos del sol: colores que adquieren un mayor brillo, hojas que se estiran mirando al cielo, tallos elevados expresando su real dimensión. No obstante, como nada es nunca igual, en otros momentos los pétalos vuelven a recogerse, regresando a su cáscara protectora. “In A Place Of Such Graceful Shapes” fue un álbum donde en un solo desarrollo se tendían los apuntes que variaban con una velocidad reducida, una composición que evolucionaba de modo progresivo mostrando diferentes longitudes de ruido y distintas magnitudes. En ese trabajo, tan solo el primer encuentro donde podían desenvolver cada uno sus propios métodos de creación, ya se apreciar como el uno de adapta al otro, conformando un sonido homogéneo de formas auditivas, una maravillosa estructura abierta en la que se propagan pequeños sonidos sobre una extensión territorial apartada, incorporando la atmósfera del campo forestal a su eco eléctrico. En el tiempo que media entre ese primer esfuerzo colaborativo y este último hubieron otras reuniones creativas, presentaciones en directo, paseos por el bosque, no necesariamente plasmadas en un archivo sonoro. Una excepción es Between, proyecto eventual que es en realidad la confluencia de varios músicos durante una gira por Japón que dio lugar a un disco del mismo nombre, “Between” (12k, 2012) [232], donde además estaban presentes Simon Scott e Illuha (Tomoyoshi Date y Corey Fuller), hermosa postal de un viaje por el relieve japonés. Luego de ese oasis regresan con un trabajo que, a diferencia de aquel, reúne una serie de obras breves con un método distinto, pero la forma exterior sigue siendo similar, pequeños ruidos generados de manera orgánica que producen estertores ligeros dentro del paisaje silvestre. Desde hace un tiempo que Taylor Deupree ha efectuado un tránsito paulatino desde circuitos eléctricos a medios cada vez más cercanos a repercusiones naturales, formas acústicas que emplean tecnologías desfasadas. Ese proceso ha servido para crear maravillosas obras donde convergen tramas orgánicas y reminiscencias de paisajismo digital. Ese lugar es donde también residen muchas de los rastros de Marcus Fischer, una colección de canciones que se apoyan en medios semejantes, composiciones surgidas casi de manera accidental. Ambos procedimientos se encuentran en este álbum de complexiones variables, impulsos mínimos que transcurren delicadamente en el aire. “Taylor Deupree y Marcus Fischer crearon su expansivo debut ‘In A Place Of Such Graceful Shapes’ (12k2021, 2011) durante cuatro días en una fría y cubierta de nieve Nueva York sólo unos pocos meses después de haberse conocido. Desde entonces han viajado juntos, fotografiado y escrito música juntos, manteniendo la energía creativa colaborativa en cada oportunidad, dondequiera que se encuentren. Durante una visita a la costa oeste en el verano de 2015, y después de un largo día en el estudio creando, buscando y listos para retirarse por la noche, los dos se sentaron en un cansado silencio contemplando el enfoque del día siguiente. Sonando tranquilamente en el fondo había un simple loop de cinta mono que Fischer había hecho antes, rellenando las grietas sónicas en el cuarto oscuro. Después que quince o veinte minutos pasaron, con el sonido de este loop habiéndolos paralizado, los dos se miraron el uno al otro y dijeron: “Esto es”. Desde ahí formaron un proceso conceptual muy centrado: dos artistas, dos loops de cinta mono y cuatro instrumentos acústicos, nada más. Creando un bucle cada uno de diferentes longitudes y registrando las salidas de las máquinas reel-to-reel con altavoces incorporados con micrófonos en la habitación, Deupree y Fischer comenzaron a elaborar su obra más comedida hasta ahora y, sin embargo, centrándose en la belleza natural de tal sistema limitado de creación”. Dos cintas que se entrelazan para configurar sistemas de audio envolventes, fases en retorno que crean hermosos retratos del exterior inestable. “El título de ‘Twine’ viene de la idea de los dos loops de cinta como nudos, como soporte físico, combinándose para formar una sola, más compleja, pieza. Los siete temas del disco son altamente repetitivos a la vez que constantemente cambiantes debido a la asincronía de los loops. Toda la calidad cálida, táctil y polvorienta de las cintas y los reproductores antiguos es capturada en las grabaciones y el oyente puede fácilmente perderse en los lentos y envolventes ciclos. Fue importante para ellos ser sorprendidos mientras trabajaban, a no aproximarse al disco en las formas en que habían trabajado antes donde sabían cómo el resultado sonaría. Lo inesperado fue una fuerza impulsora detrás de la creación”. De esa manera se generan los sonidos que lentamente se desplazan por los artefactos, bandas que contienen los elementos primarios que crean esta música en rotación imperceptible. “La instrumentación en ‘Twine’ es simple: piano eléctrico, campanas, instrumentos de cuerda… Con cuidadosas y deliberadas manipulaciones físicas los sonidos se abstraen sutilmente, como se puede escuchar en “Buoy”, donde las máquinas mecánicas de cinta se unen entre sí en la grabación para crear una obra sugerente del muelle abandonado que los dos fotografiaron en Islandia un par de años antes, mientras era golpeado tranquilamente contra la fría costa de invierno. Imágenes como éstas abundan a través de las pistas. Lentas melodías inquietantes bajo una capa de cálido siseo de cinta y sonidos físicos accidentales dan al oyente un montón de espacio para la imaginación, la reflexión y la agitación de los recuerdos perdidos. La intimidad de los loops de cinta junto con la soledad de los sonidos da a ‘Twine’ una complejidad más allá de su forma simple. Deupree y Fischer han creado un nuevo trabajo intensamente enfocado que se basa en todas sus interacciones creativas desde su debut de 2010”. Siete piezas comprende este trabajo, todas desarrolladas dentro de un mismo sistema limitado pero que se abre a muchas posibilidades. La instrumentación simple fijada por ambos permite que germinen de manera más relajada las sonoridades que pueden nacer a partir de ella, ecos leves y cadencias reposadas brotando de los objetos disgregados en el estudio. Cuerdas, piano, campanas, unos cuantos recursos para conformar estas extensiones de delicados tonos. Hebras de ruido quebradizo inician su trayecto por los tornos de metal y las estructuras de plástico, armonías quietas trasladándose indefinidamente y dejando vestigios de su arquitectura frágil. “Draw” muestra, desde un comienzo, las formas que adopta este álbum, ese proceso sencillo del cual surgen piezas asimétricas de ruido fragmentado. Del mismo modo, “Bell” exhibe las formas que se repiten, sonidos que se desintegran en su circuito constante por los mecanismos obsoletos. “Buoy”, notas que se desvanecen junto al paisaje y la madera añejada, armonías que crujen y fracciones de sonido. “Telegraph” parte desde ese mismo punto espacial, sugiriendo melodías que se completan en la mente, anotaciones inconclusas de timbres de metal. “Kern” es como un murmullo submarino, sargazos avanzando con un ritmo lento por las corrientes de líquido empantanado, un micrófono capturando las resonancias bajo el nivel de un mar tranquilo, mientras que “Sailmaker” son trozos de sonidos atomizados que dejan marcas sobre la pureza sintética. Finalmente “Wake”, folk análogo envuelto en una capa de ínfimas partículas de distorsión, música discreta que fluye espontáneamente por el terreno húmedo, loops retrasados que emiten una radiación tenue y dejan marcas de pigmentación natural.