Go Mag (ES)
Ambient minimalista. Aunque mantiene una agitada presencia en la red, donde no cesa de desperdigar bocetos, piezas menores y algún capricho excesivo, resulta bastante caro ver el nombre de Kenneth Kirschner estampado en un disco. Aparte de las colaboraciones con Taylor Deupree (la seminal serie Post_Piano) y André Gonçalves, Twenty Ten es apenas su cuarta entrega tras casi dos décadas de carrera; una parquedad que no se debe a la vagancia, sino al mimo que el neoyorquino pone en cada una de sus obras, y a las particulares necesidades espaciales que requieren. Y es que en la música de Kirschner el espacio es el elemento fundamental: espacio a nivel físico, porque son los silencios y las resonancias, el contraste entre lleno y vacio, la materia prima con la que da forma a sus obras; pero también espacio a nivel temporal, porque su particular visión del minimalismo le exige embarcarse en tours de fuerza cada vez más largos, en los que cualquier formato parece quedarse pequeño. Twenty Ten no es una excepción: en los tres discos que contiene apenas hay espacio para cuatro piezas. Cuatro piezas que, además, pueden entenderse como un episodio de transición dentro de la carrera de Kirschner, porque además de dos (fantásticas) obras que se pliegan por completo a su estilo extático, sereno y evocativo (una que mezcla pianos, cuerdas y delicados toques de celesta, y otra con dos pianos en diálogo sutil sobre un fondo repleto de zumbidos), aparecen otras dos que suponen vias de investigación inéditas en el neoyorquino: “January 4, 2011”, que superpone distintos instrumentos de percusión (xilófonos, marimbas, metalófonos) en una suerte de collage que tiene mucho de gamelan; y “September 25, 2010”, que deja caer acordes (muy) dispersos, tocados con cuerdas y metales, sobre un fondo de absoluto silencio que se extiende a lo largo de tres cuartos de hora, creando una impresionante pieza de múisica contemplativa, de altísimo poder emocional. Lo que confirma que, sea cual sea el camino que siga en el futuro, la música de Kirschner seguirá siendo sobrenatural. Vidai Romero