Review of Interstices [12k2028]

Hawai (CL)

Un remanso reparador. Hacia dos primaveras atrás, tapado entre las tupidas ramas que cubren el sonido, aparecía la, hasta ese entonces, primera colaboración entre Tomoyoshi Date y Corey Fuller. Bajo el nombre de Illuha, los habitantes de Tokio daban forma a un proyecto que era todo tranquilidad. “Shizuku” (12k, 2011) [174] fue su presentación, un disco grabado en una antigua iglesia en Bellingham, Washington. Cinco piezas extendidas sobre las heladas costas del Pacífico, que se desenvolvían plácidas sobre un colchón de electricidad y madera añeja. De una manera incomprensible para mí en ese momento, ese trabajo quedó adherido a mi piel sin saber cómo –así mismo fue como terminó encajando finalmente en nuestro primer recuento [H11]–. Más tarde, con el tiempo, lo entendería. Luego de varios meses después volvería a él, comprendiendo, sin poder explicar, como fue que sus olas me atraparon, llevándome hasta el océano. “Y en los vastos campos de arena es en donde se explayan Corey y Tomoyoshi en unos sonidos que tienen como imagen perfecta un jardín japonés. Un patio en el que se ubican las islas, rocas dispuestas en medio del recinto en el que se ubican. Y como ellas, forman trazos ondulantes cual arena desde la que se contempla la tranquilidad… Lo que Fuller y Date han hecho, en el siempre lluvioso Evergreen State, pero con la mirada puesta en Occidente, a más de 7 mil kilómetros, es un descanso, una parada en el constante movimiento. “Shikuzu” es una llovizna en el calor de los días, o como dice su título, una gota de agua, siempre aviso de cosas buenas”.

“Fue debido a la forma en que ‘Shizuku’ fue creado lo que inspiró al dúo a embarcarse en dos giras por Japón y una por la costa oeste norteamericana, no solo para apoyar el álbum sino que también para explorar el proceso de crear música en vivo. De hecho, fue la exploración la clave de esos conciertos, no solo sus sonidos y sus ambientes. Ruedas, caminos, campo… Estas son las semillas para las experiencias. Combínalas con conciertos, música, extraños y amigos, y el camino de Illuha se vuelve más claro, las ideas se cristalizan”. Entre esas primeras ideas lanzadas al viento y devueltas en forma de gotas de agua, y lo que será su continuación, probablemente el año que viene, aparecen ahora unas grabaciones registradas en la tierra que los acoge. Emociones captadas en directo, que muestran cómo de genera la música. Emociones que avanzan a una velocidad pausada, justo en la forma opuesta a cómo avanza el mundo. “Interstices” son tres piezas que recogen presentaciones del dúo en Japón, pero que bien pueden verse como un trabajo nuevo que reutiliza sonidos viejos. Un paso a un costado, que los sitúa en un plano similar, un plano en el que uno se siente confortable, recostado sobre el suelo grácil, sobre una esponjosa hierba verde, aún viva. Texturas orgánicas entrelazadas con sonidos de electricidad fina, un poste de luz en medio del campo silvestre. Esas tres piezas están organizadas de manera desordenada, aunque eso poco importe, pues la idea sigue siendo la misma en todas ellas, una idea que respecto a “Shizuku” es más alargada todavía. Abril 20 de 2012, Templo Yougenji, Tokio: “Interstices II”, veinticuatro minutos registrados en un cuarto donde los sonidos rebotan en la pared y sin absorbidos por esta. Esa pared, esa madera es lo que se oye en nuestros oídos, cómo cruje cuando el ruido la atraviesa por sus células que antes estaban llenas de vida. El color y el aroma de los instrumentos acústicos se pueden sentir en las proximidades. Una multitud de esencias comienzan a brotar en la atmósfera quieta, mientras que las capas de electrónica débil se despliegan acostadas sobre el piso. Guitarras, cítaras, armonios, melódicas, órganos, pianos, todos ellos vibran en sus cajas, y las notas pulsadas en las herramientas sintéticas permanecen moviéndose tranquilas en su horizontalidad, despuntando eventualmente. Apenas inicia pequeños ruidos comienzan a restallar, escapándose de entre las rendijas que quedan descubiertas. La magia flota encima de la superficie, y esos ruidos pequeños emergen dando destellos de luz en la oscuridad. La madera sigue crujiendo, hasta llegar a un punto que todo parece detenerse. Es entonces cuando otras notas suenan: es el piano ahora quien cubre como la escarcha los prados por las mañanas, sin quitarles su espacio a los sonidos diminutos. Más adelante serán otras tonalidades las que se posarán por delante del resto, pero solo muy levemente, hasta que todo decaerá en un punto anterior. Octubre 14 de 2011, Forest Limit, Tokio: “Interstices I (Seiya)”, la más breve de las tres. La música es más sencilla en estos trece minutos de electrónica, guitarras eléctricas y notas cazadas al vuelo. Inserta en medio de ella esta ‘?? (Seiya)’, una de las imágenes representadas en “Shizuku”, un poema musicado obra de Tadahito Ichinoseki. Es otra vez él quien interviene recitando entre las ramas y las cuerdas, quien termina tapado por todas esas ramas y cuerdas. Diciembre 15 de 2012, Templo Yougenji, Tokio: “Interstices III”, veintiséis minutos de introspección en la mitad del bosque. Aves y grillos serán las voces cantantes y una neblina ambiental su música de fondo. Hasta bien avanzado esa niebla fría será el único acompañamiento en una pieza que parece haber sido registrada en el despertar, cuando los pájaros recién se levantan. A medida que los segundos caminan ese mismo pájaro irá recorriendo la campiña, marcando la ruta por la que se dirigirán Date y Fuller. Las hojas caen, los juncos se mueven de un extremo a otro, solo sujetados por su raíz, y el ruido se cuela entre ellos, como un riachuelo que humedece los tallos. Al escuchar este paseo por los bordes de la ciudad uno se traslada hacia esos terrenos inhóspitos, donde habitan los murmullos naturales.

“Fue durante estas presentaciones que ‘Interstices’ nació. Es una colección de exploraciones en vivo y de/reconstrucciones. En estas grabaciones Illuha ha creado una forma más paciente de música, dejando más espacio entre las notas y dejando que las composiciones se desplieguen lentamente”. Un intersticio es una hendidura o espacio que media entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo. Este disco, a pesar de ser concebido de esa manera, posee una entidad propia y autónoma. Entre esos espacios se cuela el sonido orgánico que crece de forma natural y espontánea. A veces es el crujir de la madera envejecida, a veces un río entre brotes húmedos, a veces sonidos restaurados que recuperan sus alientos aún vivos, “Interstices” resplandece como una flor en el bosque después de la lluvia.

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